«La cueva donde Beato tenía su estudio era el único lugar en el Toledo de hace cuarenta años donde uno podía encontrar gente interesante». El periodista e historiador del arte Baltasar Magro, que ayer presentó en la Biblioteca de Castilla-La Mancha su novela La luz del Guernica (Roca Editorial) -un homenaje a la célebre pintura de Picasso cuando se cumplen 75 años desde su ejecución-, reconoce la profunda amistad que le une con Eduardo Sánchez-Beato desde que ambos se conocieron hace más de cuatro décadas. Magro le acompañó en sus primeros ejercicios como pintor y escribió un breve texto en el catálogo de su primera exposición. Beato, uno de los artistas más importantes de Toledo, miembro histórico del Grupo Tolmo, influyó sin duda en el interés del célebre conductor de Informe Semanal por la historia del arte, disciplina en la que Baltasar Magro se licenció en los años setenta por la entonces recién creada Universidad Autónoma de Madrid.
La luz del Guernica resume un poco de todo esto. Las páginas de la novela recorren la configuración de la pintura de Picasso y sus múltiples referentes, aunque Baltasar Magro suma una sugerente hipótesis a la larga lista de influencias del Guernica.Se trata de una pintura de Rubens, Los desastres de la guerra, conservada en el Palazzo Pitti de Florencia y elaborada en un contexto bélico no menos cruento que la Guerra Civil española, la Guerra de los Treinta Años. «Picasso debió de conocerla durante un viaje que realizó a la ciudad italiana con anterioridad, algo que ni siquiera muchos de sus biógrafos recogen».
Cuatro siglos después, el 10 de mayo de 1937, el pintor malagueño dio las primeras pinceladas de su obra. Una célebre anécdota recoge que Picasso recibió en su estudio de París la visita del embajador nazi, quien le preguntó tras contemplar detenidamente el Guernica: «¿Eso lo ha hecho usted?». «No, ustedes», respondió el pintor.
«Da lo mismo situarse en un acontecimiento bélico o en otro. La grandeza de esta pintura consiste en su carácter totalmente atemporal», explicó Baltasar Magro. La novela conjuga todas las obsesiones del autor, desde el periodismo -su faceta más conocida- hasta la historia del arte, disciplina que aprendió de maestros como el fallecido Alfonso Pérez Sánchez y Manuela Mena, jefa de conservación de Pintura del siglo XVIII y Goya del Museo del Prado.
La luz del Guernica fue presentada en Madrid, concretamente en el Museo Reina Sofía, en donde se encuentra la pintura de Picasso, el pasado mes de mayo, coincidiendo con su 75 aniversario. No obstante, Toledo era un «destino obligado» para el autor, no solamente por sus orígenes (Baltasar Magro nació en Domingo Pérez, cerca de Talavera de la Reina, en 1949) y las experiencias acumuladas en la ciudad hasta que se produjo su marcha a Madrid, sino por su propia identidad, recogida en novelas como El círculo de Juanelo y En el corazón de la ciudad levítica.