Francisco Cebrián, profesor titular de Geografía Humana en Albacete, aseguró ayer en el seminario ‘Castilla-La Mancha en tiempos de crisis’ que el turismo en los espacios rurales tiene un componente muy alto de turismo oculto por parte de quienes se fueron de la región, pero que mantienen sus viviendas para alquilarlas y que «escapan a los circuitos oficiales». Un mercado paralelo «ilegal» que no está regulado. «Tener una normativa es muy complicado, la administración no tiene recursos para pelear contra esta situación y también porque forma parte de usos y costumbres que tienen que cambiar con el tiempo».
En este marco, analizó la diversificación turística en la región y las nuevas modalidades que complementan a los centros históricos de Toledo y Cuenca. Según indicó, el elemento de renovación más importante que se ha producido en la región ha sido el turismo rural, que ha experimentado un cambio muy importante desde 1994 hasta 2008 apoyado por la Unión Europea y los gobiernos nacional y regional y los cambios en la demanda. Pero este crecimiento también tiene sus sombras, ya que desde 2008 el contexto de crisis produjo una modificación en el comportamiento del viajero.
En este sentido, aseguró que entre 2001 a 2013 el turismo rural se ha duplicado concentrándose en las zonas de sierra y cerca de paisajes con agua. Albacete y Cuenca son las provincias que gozan de mejores datos en Castilla-La Mancha si bien se observa que en los últimos ejercicios Toledo, Ciudad Real y Guadalajara «también están creciendo mucho» gracias a que el turista se desplaza más veces al año, pero en periodos más cortos. «Al final se crea un arco de distancia en torno a dos horas para descansar en los fines de semana y puentes».
Durante la conferencia indicó que en los dos últimos años se ha experimentado, en cambio, un freno en la demanda «debido a la reducción de los ingresos puesto que se prescinde de todo aquello que no es necesario».
Tal y como aseguró, ahora la mayor parte de las ayudas públicas se están reduciendo y convirtiéndose en «selectivas con una apuesta por productos emblemáticos mientras que otros más característicos del turismo rural se están viendo menos favorecidos, ya que la administración cuenta con menos recursos y la inversión privada es más reducida».