Como una «bonita casualidad». Así define la escritora Carmen Carretero la historia del cuento presentado ayer en la Biblioteca regional del Alcázar de Toledo. ‘Caperucita y la verdad escondida’ es una obra dirigida a los más pequeños de la casa en la que también pueden encontrar acomodo los mayores.
Se presenta como una nueva ‘versión’ del texto dibujada con palabras pero también con las ilustraciones de la pintora madrileña Caroline Culubret, a la que admira desde hace años.
Revela que todo empezó durante una visita al estudio de Culubret, ubicado en la localidad ciudadrealeña de Tomelloso. Allí surgió el flechazo con cuatro ilustraciones que estaban guardadas en una carpeta, todas ellas protagonizadas por la niña de la caperuza y la capa roja.
Una caperucita debajo de un arcoiris, otra sentada frente a un árbol, una tercera junto a un elefante y una cuarta con una rama de un árbol sirvieron de inspiración para redactar un cuento que habla de valores como la amistad, la conexión con la naturaleza, el respeto a la diferencia y el acogimiento familiar.
«Sentí la necesidad de ver si ocurría algo, y ocurrió», explica Carretero, quien sostiene que su cuento también es una invitación a reflexionar sobre la gestión de las emociones. «Cuando tenemos miedo nos bloqueamos y podemos sentir a otras personas como amenazas», comenta.
Por eso, cree que puede de ayudar a desmontar prejuicios, esos que «nos hacen percibir a alguien de una manera concreta y no nos permiten conocer su fondo».
Además, es un homenaje a los abuelos, como la perfilada en el cuento original, en esta ocasión «más autónoma y actualizada». «Ellos no solo se entregan a sus hijos sino que también lo hacen con sus nietos», recuerda.