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Las palabras manuscritas que acompañan este texto fueron improvisadamente escritas por Rafael Alberti durante una comida en la Venta de Aires el 30 de octubre de 1982, poco después del homenaje conmemorativo a Alberto Sánchez celebrado en el Paseo de la Vega con motivo del vigésimo aniversario de su fallecimiento. Es la primera vez que se publica este texto, dedicado por el poeta gaditano al entonces alcalde de la ciudad, Juan Ignacio de Mesa. Fue escrito sobre el discurso mecanografiado que el poeta gaditano leyó con motivo de la presentación del monumento a la Mujer Toledana, réplica a mayor escala del original de Alberto realizada por el escultor Cecilio Béjar.
Este recordatorio -cuyo primer valedor fue, en la década de los años sesenta, el entonces gobernador civil de Toledo, Enrique Thomas de Carranza- contó con una sesión académica en la Sala Capitular del Ayuntamiento, el descubrimiento de una placa de cerámica en la Calle de la Retama (donde Alberto nació) y la inauguración del monumento en la Vega. A todos estos actos asistió Alberti, que conoció al escultor en la década de los veinte, momento en que se constituyó la Escuela de Vallecas. El poeta recordó a Alberto como «discutidor a voces, narrador de increíbles historietas de su vida popular y difícil, escritor a ratos y diseñador de violentas sátiras sociales o claros pensamientos sobre su cada vez más audaz sentido de la escultura». Ambos fueron compañeros y amigos que, a consecuencia de la Guerra Civil y el exilio no volvieron a verse hasta muchos años después, cuando se produjo el viaje del poeta a la Unión Soviética hacia 1956. Allí, en compañía de otras personalidades españolas, como su cuñado Luis Lacasa -quien, con José Luis Sert, diseñó el Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1937-, vio su obra «hacinada, sí, y sin perspectiva, en su pequeña casa de Moscú».
«Pintaba bodegones, sobrios y severos, de espíritu zurbaranesco, pues era Zurbarán, junto al Greco, Velázquez y Goya, uno de sus pintores más amados. Pero, ¿la escultura, Alberto? ¿Y la escultura? Tú, ante todo, y bien lo sabes, eres un escultor, un inventor de formas expresivas, inéditas, en donde el aire es uno de los principales elementos vivificadores de ellas. ¿En dónde están? Trabaja, trabaja, vuelve a ella, y si aquí no es ahora el momento de mostrar tus obras, escóndelas bajo la cama, enséñalas a los amigos que te admiran».
Fueron muchos los poetas que visitaron al escultor en su exilio de Moscú, entre ellos Pablo Neruda y Blas de Otero. Sin embargo, probablemente fue Alberti, en el sentido homenaje del paseo de la Vega el 30 de octubre de 1982, el autor que mejor expresó la humanidad del creador toledano. «Alberto soñaba, tenía unos deseos torturadores de volver a España. Quería desesperadamente fundirse como un terrón de tierra palpitante en tierras castellanas, y que ese terrón -decía- fuera de tierra parda en invierno, con rojo vivo de Alcalá, con amarillo pajizo y matas de manzanilla de Toledo».
Estas palabras fueron entonces acompañadas, a comienzos de los años ochenta, por alocuciones como las del crítico de arte Enrique Brines, el concejal de Cultura Luis Alfredo Béjar Sacristán y el alcalde Juan Ignacio de Mesa, quien subrayó en presencia del agregado cultural de la Embajada de la URSS en Madrid que el homenaje debía servir «para que ningún régimen impida a ningún hombre realizar su obra, y que ningún hombre tenga que sufrir el exilio por sus ideas». Alcaén Sánchez Sancha, hijo del escultor (quien acudió a Toledo acompañado de su viuda, Clara Sancha), agradeció al Ayuntamiento y a la Diputación Provincial, propietaria de la ‘Mujer Toledana’ original (en realidad la representación de Doña María de Padilla), el sentido homenaje a la memoria de Alberto Sánchez.
Testimonio de aquella jornada fueron la crónica y las fotografías de Felipe Rodríguez Bolonio y Ángel Galán, que aprovechamos en estas páginas. El Boletín de Información Municipal elaboró un número extraordinario que incluyó diversas colaboraciones literarias, los testimonios de Picasso y Neruda a propósito de Alberto y un completo dossier de prensa elaborado a partir de los medios que se hicieron eco del acontecimiento, desde El País (fundado seis años atrás) hasta El Alcázar. Entonces, hace ahora treinta años, sí que se produjo un caluroso homenaje al gran escultor.