Carmen Manzaneque sabe el lugar donde brotan las violetas y el secreto para ser seleccionada entre las diez mejores novelas del Premio Planeta, el de mayor repercusión en la literatura española. Lloró de alegría, y probablemente de incredulidad cuando vio el título ‘Donde brotan las violetas’ entre los mejores. A sus 57 años, esta responsable de una tienda de muebles en la localidad de Illescas ha firmado su primera novela, repleta de personajes femeninos que se iban apoderando de su imaginación y cobraban vida durante un año entero de siembra. Ahora, sabe también que tiene talento después de años y años de entrenamiento con relatos que leía a sus hijos. Y busca la manera de publicar su bautismo literario. Mientras, seguirá leyendo a autores como Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Almudena Grandes, José Luis Sampedro, Antonio Gala, Ken Follett, Mario Benedetti, Julio Cortázar o Félix Grande.
¿Cómo nació en usted las inquietudes literarias? ¿Son recientes o las incorporó hace muchos años?
Con cuatro o cinco años, me preguntaron qué quieres ser de mayor. Y dije: lectora. Es de siempre. Ya había descubierto que me gustaba muchísimo leer y creía que era una profesión. Luego, empecé a escribir mis primeros cuentos y poemas, sobre todo poesía. La poesía me emocionaba desde pequeña. Pero la vida te va llevando por otros caminos.
¿Pero siguió cultivando la literatura de uno u otro modo?
Sí, leyendo mucho. He leído siempre. Nunca he dejado de tener un libro en la cabecera o en mi bolso. Ha sido una pasión para mí. Hubiera querido ser periodista para dedicarme a escribir.
¿Se ha presentado habitualmente a concursos, o la candidatura al Premio Planeta ha sido su primera experiencia?
Jamás. Yo escribía mis cuentecitos para mí, para casa, para mis hijos, para mis sobrinos. Con mi hijo pequeño, he leído muchísimo, todas las noches. Y es el que más inquietud tiene por la lectura. Siempre he intentado inculcárselo. Siempre me ha parecido muy importante que la gente lea. He disfrutado mucho leyendo. Siempre pensaba: ‘Y si yo escribiera una novela. Y si publicara’. Era un sueño latente’. Pero me decía qué tontería, cómo voy a escribir una novela, si es imposible. No podía comprender que pudiera llegar a hacerlo. Ahora que mis hijos están haciendo ya su vida y tengo más tiempo libre, pensé que había llegado mi momento. Quizá sea supersticioso, no lo sé, pero de pronto, una amiga hace tres años me regaló un cuaderno y me dijo que lo tenía que llenar de letras. Yo ya tenía en mente una historia que quería contar, sabía de qué quería hablar. Siempre me han parecido muy interesantes las historias que cuentan los mayores, como mis abuelas que son muy importantes en mi vida. Entonces, quería hablar sobre todo de mujeres mayores que contaban su historia y lo difícil que ha sido hasta llegar a los 90 o 100 años. Y cómo la vida les ha llevado por un sitio que no querían. Fui a ver a la madre de una amiga mía a la residencia, en marzo de 2013, y cuando llegué a casa por la noche empecé a escribir. Es el único personaje real.
¿Qué cuestiones aborda la novela?
Sobre todo, quería hablar de las trabas que ataban a las mujeres. En la época de mi madre o mis abuelas. Ahora, la mujer es más libre. Hay muchos condicionantes que te van marcando y no te dejan ser libre. Es una pena. La libertad la valoro muchísimo, ser tú misma. Durante muchos años, las mujeres no han podido ser ellas, sino que han vivido la vida de su marido, de sus hijos, pero no la suya. También uno de los personajes habla sobre la enfermedad del Alzheimer, y lo he tratado de una forma más poética.
¿Dónde está ambientada la historia?
Se ambienta en la sierra de Madrid, en una residencia que se supone que está en Guadarrama. Además, se incluye un pueblo de la provincia de Toledo, aunque no se menciona, y es el lugar donde Elena, el hilo conductor de la historia, tiene a su madre. Ella ve en las mujeres de este pueblo el ejemplo a seguir para tomar las riendas de su vida y decir que quiere ir a por esto.
Debe de ser difícil la transición de escribir relatos breves a completar una novela. ¿Le costó mucho?
Claro que me ha costado. Ha sido un año de escribir. Al principio, no se lo dije a nadie. Empecé a escribir y fui descubriendo que no era tan difícil porque es una cosa que te va saliendo de dentro. Los personajes empiezan a fluir y te das cuenta de que tienen vida. Te despiertas a las seis de la mañana, y empiezan a vivir. Había escuchado a escritores que los personajes tenían vida propia, y ahora te digo que adquieren vida y forman parte, además, de tu vida. Los quieres como si fueran una familia.
¿Cuándo decidió presentarse al premio Planeta?
Completé la novela y se la enseñé a mis hermanos. Quedaron encantados. La terminé en enero. Ya en octubre de 2013, le enseñé la mitad de la novela a mi hermana. Me dijo: ‘Escribe, y no pares’. Pero eran mis hermanos, así que también se la enseñé a gente con más criterio, del mundillo. Lo leyeron varias personas y me dijeron que tenía mucho mérito y calidad. Mi hermano me dijo que lo presentara al Premio Planeta. Pero miré concursos de noveles de diferentes provincias, a mi alcance. Y me dijo mi hermano de nuevo que lo presentara al Premio Planeta. Le dije que estaba loco y que me daba hasta vergüenza. Lo presenté, pero no lo sabía nadie. A mi hijo sí se lo dije. Cuando el domingo por la noche (el día 12 de octubre) lo vi por internet, fue una locura. Fue llorar y reír. Empecé a llamarles y se presentaron en mi casa mis hermanos. Con botella de champán. La semana anterior, estaba con esperanzas. Me metí en internet y vi ‘Donde brotan las violetas’, con el seudónimo Daniel de Jorge. Llamé a mi hermana y le dije que, por favor, me dijera que lo viera. El lunes, llamé a Planeta y me invitaron a ir a Barcelona (A la entrega del premio). Fui y había unas 1.000 personas. Lo que más ilusión me ha hecho fue conocer personalmente y hablar con María Dueñas, que es encantadora. Estuve en la cena con otros cuatro finalistas. Fui eliminada, con otras tres mujeres que estaban en mi mesa, a la primera, cuando descartaron a las cinco primeras. Quedaron otros cinco.
¿Le han comentado ya la posibilidad de publicar esta primera novela?
Me he puesto en contacto con Planeta. Tienen 90 días para decidir si quieren publicarla. Me dijeron que me llamarían y esperaremos a ver qué pasa. Tengo esperanzas de que me lo publiquen. Si no, me buscaré otras vías. Porque lo quiero publicar y, más ahora, que ser finalista me puede abrir puertas. Voy a por ello.
Desde que presentó la novela al Premio Planeta, ¿ha seguido escribiendo?
Sí. Estoy en ello. En escribir una segunda novela. Estoy indecisa entre seguir una línea u otra. Seguramente, serán dos historias entrelazadas, pero todavía estoy indecisa. No puedo avanzar todavía nada.
Después del éxito de ser finalista, ¿se va a volcar más en la literatura?
Ganas de escribir he tenido siempre. Pero no tenía tiempo ni seguridad. Siempre había considerado que no estaba a la altura de escribir una novela. Ahora sé que soy capaz. Además, la gente me está apoyando muchísimo, les está gustando mucho. Me da mucho ánimo. Tengo más seguridad. Valoro mucho a la gente que escribe. No sé si llegaré a publicar mucho o a escribir mucho, pero sí me gustaría hacerlo.