Alrededor de 30 familias en la provincia de Toledo participan en el programa de acogimiento de la Consejería de Bienestar Social de la Junta. Un servicio gestionado por ‘Actia Social’, que en la tarde de ayer desplazó a un trabajador social y una psicóloga para dar a conocer un proyecto que siempre está necesitado de personas que estén dispuestas a abrir las puertas de su casa a menores que, por determinadas circunstancias, no pueden convivir con sus familias de origen con las que, no obstante, siguen manteniendo el contacto.
En esta sesión informativa animaron a la participación en este programa porque «toda solidaridad es poca». Tal y como explicaron, cuando las familias se plantean participar en esta iniciativa y son incluidas en bolsa, ya están preparados para recibir al menor, que normalmente viene de una situación de desprotección, desde maltratos físicos y emocionales a abusos o negligencias. En estos casos tienen que estar tutelados por la administración puesto que no se están cubriendo sus necesidades básicas. Como pusieron de manifiesto en la charla, las familias pueden ser de uno o varios miembros, que al menos uno tenga 25 años, estar empadronados en Castilla-La Mancha y sin condenas por delitos por violencia en el ámbito familiar. Al margen de requisitos legales, «necesitamos familias que ofrezcan amor incondicional y estén disponibles en todo momento para ofrecer un compromiso». Insistieron, una y otra vez, en que es conveniente que la bolsa sea amplia para dar respuesta inmediata a las necesidades de estos menores. «Entran, pero son pocas para las necesidades que hay», explicaron a los asistentes.
El principal motivo que está detrás de estos procesos son las negligencias en el cuidado. «Se producen abusos y malos tratos por parte de las familias biológicas y suelen ser niños que no han tenido oportunidad de contar con otro tipo de crianza».
En caso de que no haya familias disponibles, el menor tiene que acudir a un hogar residencial, «en los que cada vez hay un menor número de menores para que la atención sea más adecuada». No obstante, estos profesionales apuntaron que «esto no es nunca como una familia, que ofrece individualidad, normalidad y un entorno mucho más adecuado».
tipología. El acogimiento familiar se divide en distintas tipologías. Una es la vía de urgencia, que como máximo dur 6 meses y donde los usuarios suelen ser prácticamente bebés. Después pasan a medidas más estables «como la reintegración en su familia biológica en caso de que haya resuelto las circunstancias que hicieron que el niño no pudiera vivir con ellos». En los temporales, con principio y fin, la legislación vigente marca un máximo de dos años, en los que se analiza si después pasa a un acogimiento permanente, adopción e incluso la vuelta con sus familiares. Los permanentes se extienden hasta los 18 años, cuando al alcanzar la mayoría de edad deciden qué camino quieren seguir.