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El pasado 19 de junio, se firmaron en Toledo varios convenios que van a marcar el destino de documentos históricos, salidos de la ciudad hace nada menos que 548 años. Entonces, Ali ben Ziyad al-Quti huía de la ciudad con una importante biblioteca de manuscritos, que han permanecido durante casi cinco siglos y medio en Mali. Ahora por primera vez la familia Kati dejará de gestionar estos fondos, que ha cedido a una fundación. La firma de la cesión se ha producido en Toledo, su ciudad de origen. Además, el responsable de la familia y custodio del tesoro, Ismaël Diadié, arrancó del Ayuntamiento un compromiso para que parte de estos documentos tengan un hueco en la ciudad. Al tiempo, se prepara la conmemoración de los 550 años de su salida de Toledo.
¿Cómo presentaría usted la familia Kati a los toledanos?
Simplemente, como la familia de uno de los suyos, que tuvo que irse, que ahora está dando los primeros pasos para volver a casa.
¿En qué consisten hoy en día los fondos Kati?
La familia sigue conservando su biblioteca, que son 12.414 manuscritos. En ellos hay 7.100 textos de puño y letra de la propia familia, desde el toledano, hasta sus descendientes a finales del siglo XIX. Pero al margen de esto, el fondo Kati va a contar también con dos mil obras de arte africano, que desde su firma en Toledo se han integrado. También en Toledo se ha sellado la llegada de más de mil horas de grabaciones de la tradición oral de Andalucía. De forma que el fondo Kati era una biblioteca que salió de Toledo, ha ido creciendo con manuscritos de occidente a oriente, de sur a norte, y ahora sigue creciendo. Y su último crecimiento ha sido en Toledo.
¿Cuándo se marchó la familia de aquí?
Fue hace 548 años. Ahora, con la fundación Kati, estamos haciendo un esfuerzo para celebrar el 550 aniversario de la salida de la familia. Se marchó de Toledo en el año de los fuegos de la Magdalena, en julio de 1467, cuando cristianos, judíos y musulmanes se enfrentaron en una contienda triste, que acabó con el incendio de más de mil seiscientas casas en Toledo, entre las que estaba parte de la nuestra. Nuestro antepasado era Ali ben Ziyad al-Quti, juez de la pequeña comunidad musulmana que aquí quedaba, porque eran muy pocos. Tuvo que salir de Toledo y exiliarse. Fue forzado a partir, como dice en sus notas.
¿Qué documentos consiguió salvar?
En la biblioteca tenemos manuscritos en los que está escrito que forman parte del lote de Toledo. Y se ve que parte del manuscrito está quemada, por estos fuegos del siglo XV. Se llevó todo lo que pudo. Pero al margen de aquellos manuscritos, fue tomando notas, un diario de viaje que ha ido escribiendo al margen de sus libros.
Y en pleno siglo XXI, su familia ha tenido que volver a huir.
Lo mismo que mi antepasado salió de Toledo corriendo, he tenido que salir de Tombuctú, de la misma manera: corriendo, dispersando la biblioteca, sacando los manuscritos que pude sacar, y dispersando el resto, para cerrar la casa e irme. Así va la vida. Es evidente que el hombre no aprende, y es el único animal capaz de tropezar con la misma piedra dos, tres, cinco veces, y volver a repetir.
¿La de su familia es una historia de la lucha contra la intolerancia a lo largo de cinco siglos?
Afortunadamente, desde mi familia no podemos tirar la primera piedra contra nadie por ser puro o impuro. Hemos salido de aquí blancos, nos hemos mestizado con africanos, y estos africanos con judíos. De modo que en Toledo una parte de la familia era musulmana y sus primos, cristianos, con sacerdotes entre ellos. Somos de antepasados cristianos, convertidos al Islam, casados con judíos. ¿Quiénes somos? Somos una mezcla, y todo lo que hemos hecho hasta hoy es defender esa mezcla, defender la diferencia y respetar con tolerancia, pedir la tolerancia a todos.
¿Qué acuerdos firmó su familiar el pasado viernes en Toledo?
Habrá un antes y un después de la firma que hicimos en Toledo para la familia Kati, para la biblioteca, y para las relaciones entre la familia y Toledo. En primer lugar, lo fundamental para nosotros, yo he cedido toda la biblioteca, su gestión, a la Fundación Fondo Kati, que es una fundación española. He dejado mi cargo de director del fondo Kati en manos de la Fundación y ella es la que va a decidir el destino de la biblioteca. Yo ya sólo soy un miembro más de la Fundación, a la que pertenece la biblioteca. Eso es un paso que no se ha dado nunca en los 548 años, en los que la familia ha custodiado celosamente esta biblioteca. Me he desprendido de esta responsabilidad, y es un paso difícil de cara a la familia. Lo he tenido que gestionar con los ancianos de la familia, con los jóvenes, con mis propios hijos. Lo he tenido que batallar y ganar, para que entiendan que yo voy a seguir siendo responsable de la familia, pero la biblioteca no la pueden gestionar dos o tres personas. Es un patrimonio que sólo estados y fundaciones pueden gestionar.
Es un símbolo que esta transición haya sido en Toledo.
Toledo es la tierra de origen de los fondos, y cerramos el círculo con estas firmas en Toledo.
¿Su intención es que regresen los documentos en la ciudad?
Mi intención es tener una exposición permanente en Toledo, tener una copia general de toda la biblioteca aquí. Que luego los manuscritos se muevan entre Mali y Toledo dependerá de la Fundación, yo ya no voy a hablar del destino de los fondos.