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La Confederación Hidrográfica del Tajo tiene previsto sacar a información pública en próximas fechas el proyecto de restauración del Mar de Ontígola, el humedal situado entre la población ocañense del mismo nombre y la madrileña Aranjuez.
Según explican fuentes del organismo hidrológico, las actuaciones en este humedal artificial construido en el siglo XVI incluyen la adaptación de su presa a la actual normativa vigente para asegurar su estabilidad y prevenir posibles inundaciones. En concreto, se ha previsto la rehabilitación de la presa, el acondicionamiento del Mar de Ontígola y el aledaño Mar Chico, y la rehabilitación de las sendas existentes y del observatorio de fauna en la margen izquierda del Mar de Ontígola para facilitar el conocimiento y disfrute de este espacio natural por los ciudadanos.
Además, se prevé también la recuperación del cauce que une el Mar de Ontígola con el río Tajo.
Desde la CHT se recuerda que la desaparición del antiguo cauce del arroyo de Ontígola desde aguas abajo de la presa del Mar ha provocado inundaciones periódicas en terreno de Aranjuez. Por ello, con el objeto de adecuar la presa a las exigencias de la normativa actual y poder aliviar los caudales de la avenidas futuras, se proyecta la ejecución de un aliviadero lateral en el embalse, separado del cuerpo de la presa y que quedará cubierto para no afectar a su estética. A esto se sumará la recuperación del cauce, lo que dará una capacidad de 80 metros cúbicos a la salida de la presa, que se puede incrementar hasta los 110 metros cúbicos con la incorporación del arroyo de las Salinas.
La CHT recuerda que este proyecto de rehabilitación del Mar de Ontígola nace de un protocolo de cooperación suscrito en 2006 entre el Ayuntamiento de Aranjuez (en cuyo terreno lindante con Ontígola se enclava el Mar) y el Ministerio de Medio Ambiente. Pese a las intenciones manifestadas por la Confederación, Ecologistas en Acción expresa su desconfianza. El responsable de esta organización en Aranjuez, Miguel Galarza, recuerda que la restauración está pendiente de la retrocesión de la presa al Estado, al declararse el Ayuntamiento incapaz de asumir los costes de su mantenimiento. «No sabemos lo que van a hacer ni creemos que estén en condiciones de hacer nada», comenta Galarza mientras se decide qué Administración tiene la titularidad del Mar.
Aún así, el responsable ecologista señala que la intervención en esta área es ineludible toda vez que «su situación es de abandono». Sobre todo, llama la atención sobre el avance del carrizal, que ha llegado a ocultar la antigua presa y a obstaculizar sus aliviaderos, con el consiguiente riesgo de que la infraestructura no soporte una crecida de agua y se produzca una inundación. Galarza recuerda que este crecimiento del carrizo se ha visto favorecido por los nutrientes de aguas contaminadas procedentes de Ocaña, aunque reconoce que los vertidos se han atenuado en los últimos años.
El portavoz de Ecologistas en Acción, por ello, defiende una restauración que además de arreglar la presa recupere la imagen del Mar de Ontígola como humedal «y que se habilite este espacio para los ciudadanos» con el fin de que su riqueza natural vuelva a ser un atractivo para todo su entorno.
De embalse real a refugio natural.
El Mar de Ontígola nació por la mano del hombre en el siglo XVI gracias a la decisión de un rey, Felipe II, ejecutada por el arquitecto de su Corte, Juan de Herrera. El propósito era contar con un embalse que suministrara agua a las fuentes, huertas, jardines y otros elementos del cercano Real Sitio de Aranjuez.
El embalse logró consolidarse al acordarse entre Ontígola y Aranjuez la llegada de agua de los arroyos del pueblo toledano. En el siglo XVIII otro rey, Fernando VI, organizó en su entorno cacerías y fiestas acuáticas, con el uso de embarcaciones reales que recorrían en aquel tiempo el Tajo.
Con el tiempo, esta laguna de 13 hectáreas de extensión fue ganando en riqueza biológica como lugar de descanso de aves. La laguna está incluida en el espacio protegido de la Reserva Natural ‘El Regajal-Mar de Ontígola’, que ocupa una superficie de 629,21 ha, y también está incluida en otras figuras de protección como la ZEPA ‘Carrizales y Sotos de Aranjuez’, y el LIC ‘Vegas, cuestas y páramos del sureste de Madrid’.
El valor faunístico de este espacio es grande, pues aunque originalmente se trata de una construcción de creación humana, ha ido convirtiéndose en un enclave importante sobretodo por su variedad de aves, que encuentran refugio entre su vegetación palustre.