¿Un reloj?

A.M
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El divulgador científico, especializado en astronomía y ciencias del espacio, Antonio Pérez Verde, considera que el Crómlech servía como reloj para establecer un calendario en función del sol

redacción / toledo

Aunque hasta que no se produzca la excavación del Crómlech no se podrá determinar el periodo de construcción y funciones del mismo, lo cierto es que de momento ya se baraja una tesis sobre su uso original: pudo comportarse a modo de reloj para controlar las estaciones y determinar las épocas de cultivo.

El divulgador científico, especializado en astronomía y ciencias del espacio, autor del blog ‘astrometrico.es’ y miembro del equipo de ‘Ciencia a la carta’, Antonio Pérez Verde, señala al respecto que estos monumentos megalíticos tenían como función original establecer un calendario en función del sol. Señala al respecto Pérez Verde que una vez que el hombre empezó a ser sedentario, tenía que cultivar y para ello debían controlar las estaciones. «Como no había calendario, la manera era controlar las estaciones en base al sol, por dónde se ponía, por dónde salía, cuáles eran sus movimientos máximos y mínimos...Y a partir de ahí podían predecir cuándo empezaba la época fría, la época de lluvia, la temporada de calor... De este modo,  podían establecer un calendario de cultivos».

Pérez Verde, que aún no conoce in situ la estructura pero ha podido   analizar imágenes y planos sobre la disposición de las rocas, algunas de las cuales, aprecia, «podrían estar desplazadas de su ubicación original», se aventura a decir que «podría ser una alineación con la puesta de sol en los días del equinoccio». 

La estructura, indica el astroarqueólogo, es semejante a otras formaciones encontradas en otros lugares, «una estructura circular con rocas con algunas aberturas, rocas centrales que puede ser donde el rayo del sol debía impactar para marcar que realmente era el día correcto, en este caso del equinoccio, y que a partir de ahí empezaba la primavera o el otoño».

 En cuanto al hallazgo en Totanés y su ubicación geográfica, indica Pérez Verde que  no es determinante. «Lo que buscaban las tribus o colonias que se establecían hace miles de años era un lugar cercano a un río para obtener agua y a partir de ahí regar y alimentarse. Más que el lugar físico por una alineación al sol buscaban un punto estratégico a partir del cual pudiesen conseguir recursos».  

Reconoce el científico la dimensión de este hallazgo y apunta que será interesante conocer la alineación que correspondiese al periodo en el que se construyó. Así, el próximo domingo, 23 de septiembre, Pérez Verde estará en Totanés para comprobar cómo se comporta esta estructura con el equinoccio de otoño porque «calculando la desviación con el equinoccio actual podríamos saber en qué época fue construido», estima. «A partir de ahí», expone, «se podría deducir que hace ‘x’ miles de años había colonias establecidas en Totanés, y a partir de ahí buscar una relación de colonias o comercial con colonias cercanas...Es decir podría marcar un punto de partida para investigar posibles colonias en los alrededores».

Lo que sí tiene claro este arqueoastrónomo es que esta estructura megalítica «no está por azar natural, sino construida por el hombre». Ahora, el domingo, con motivo del equinoccio de otoño, se podrá hacer una primera comprobación sobre si se cumplen ciertas alineaciones.  Es decir «que hay algo que cumple con un fenómeno natural y el hombre lo ha querido interpretar», aunque el equinoccio de 2018 no va a coincidir con el de hace 3.000 años, advierte Pérez Verde.

Por supuesto, el científico asegura que se trata de un proyecto ilusionante porque «estaríamos hablando de una construcción que podría situarnos  en el foco de las investigaciones arqueoastronómicas a nivel mundial». Además, subraya, según los planos que ha podido estudiar, este Crómlech presenta un gran tamaño que puede rondar los 100 metros.

«Saber que en tus alrededores existe un monumento que indica la presencia de una pequeña colonia de hace varios miles de años suena atractivo», dice Pérez Verde, que añade además el valor de que Totanés pueda contar con «uno  de los pocos elementos arqueoastronómicos de estas características que se pueden encontrar en España, y en Europa».