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No es la primera vez que Junta de Comunidades o Ayuntamiento hablan de la posibilidad de obligar a los propietarios de las parcelas que en su día formaban la finca de Ramabujas a retirar el amianto que en su día allí acumuló la empresa Ibertubo. Ellos siempre han respondido de la misma manera: cuando compraron sus terrenos, el fibrocemento ya estaba allí, por lo que en todo caso la responsable sería la administración que en su día permitió el vertido. Se trata de una actuación de la que no son responsables, que se produjo hace más de tres décadas, por lo que si se hubiera producido algún delito habría prescrito. Además, el coste de la limpieza, si les obligan las administraciones a llevarlo a cabo, sería tan elevado que no lo podrían asumir. Teniendo en cuenta todo esto, sería el juez el que debería ordenarles la limpieza.
La antigua finca de Ramabujas Alta fue propiedad de Zenaida Queralt, marquesa de Campo Nuevo. Se fue dividiendo poco a poco a partir del comienzo de los años ochenta hasta los años noventa. Ya entonces, apuntan algunos propietarios, el amianto de Ibertubo estaba allí. Las mismas fuentes explican que la llegada del fibrocemento no fue cosa de la antigua propietaria, sino seguramente de algún encargado que negoció con la empresa.
El amianto, material existente en el fibrocemento, se ha demostrado cancerígeno y potenciador de enfermedades como la fibromialgia, entre otras. Llegó a Toledo de la mano de la fábrica Ibertubo, clausurada en 2002. Cuando se pensaba que había desaparecido tras la limpieza de la factoría, apareció de nuevo en enero de 2008, para alarma vecinal y de los ecologistas. Fue en 1995 cuando el Gobierno publicó en el BOE una relación de productos peligrosos, entre los cuales el amianto se encontraba entre los potencialmente cancerígenos. Pero ya antes, entre los años 70 y 80, ya se empezó a tener constancia de sus efectos perniciosos sobre el hombre. En junio de 2002 el Gobierno lo prohibió.
Los propietarios del entorno apuntan que Ibertubo vertió amianto principalmente en tres lugares de la antigua finca, antes de que ellos lo compraran. Fue en menor medida en la zona del arroyo Ramabujas, que hoy es donde la presencia de fibrocemento es más escandalosa, y que sería responsabilidad de la Confederación Hidrográfica del Tajo; así como otros dos espacios en los que durante el boom urbanístico se han estado vertiendo escombros de obras e incluso la tierra de la creación del centro comercial del Polígono. En estas dos zonas hay más amianto, pero hoy está tapado. El problema podría venir en una hipotética ampliación urbanística de la ciudad hacia esos terrenos.