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Desde 2004 la Asociación de Vecinos El Tajo lleva denunciando la presencia de toneladas de amianto en las fincas del entorno del Polígono. Hasta que se inició la limpieza controlada de la fábrica de Ibertubo, recordó ayer el portavoz, Víctor Villén, de la factoría salían cada día entre veinte y treinta camiones de este material cancerígeno para su vertido en las fincas del barrio. Y esto podía estar ocurriendo desde principios de los ochenta. La situación es tal que se crearon nuevas montañas y taludes. Los vecinos estiman que, por lo menos, tiene que haber ocho mil metros cúbicos de amianto. Su pregunta es qué hacía la administración, hacia dónde miraba.
Porque aún después de la denuncia, las distintas administraciones parecían conformarse con la limpieza de la fábrica e hicieron caso omiso al amianto en el espacio abierto. Hasta que distintos colectivos llevaron la situación a la Fiscalía de Medio Ambiente en junio de 2014. Tras eso y la presión de vecinos y medios, el Gobierno regional ha empezado a estudiar el problema, y se están barajando soluciones, pero todavía no hay ninguna fija. Recientemente, la Junta ha reiterado a los propietarios la necesidad de limpiar el amianto, y la CHT ha multado a uno de ellos no por la presencia de este material peligroso, sino porque invade un camino. Al tiempo, los vecinos del entorno han comenzado a pedir firma para la retirada del amianto. A la espera del Pleno municipal de esta tarde, que tratará la creación de una comisión que estudie el amianto, un nuevo actor entra en escena, se han encontrado más toneladas de fibrocemento de Ibertubo en el Barrio Avanzado, propiedad de la Junta.
La Junta, apunta Damián Villegas desde El Tajo, ya no puede mirar hacia otro lado, algo tiene que hacer con el amianto.
Una solución. Fueron unos vecinos del barrio los que el pasado lunes denunciaron a la Asociación de Vecinos la presencia de más amianto en el Barrio Avanzado. Así lo ha podido confirmar El Tajo junto a técnicos en la materia. Hay toneladas de amianto enterrados en la zona, cerca de Vía Tarpeya. Son sobre todos lodos secos, aunque también hay restos de alguna tubería. Entre los restos, hay incluso madrigueras de conejos, que penetran en el interior de una tierra compactada totalmente blanca, de la que en ocasiones se desprenden fragmentos. Esto es lo visible, apuntaba ayer Víctor Villén, pero es posible que, enterrados, haya más camiones de este material; todo ello, muy cerca de las viviendas.
¿Qué solución ven los vecinos? Villén y Emiliano García insisten en que tiene que sacarse el fibrocemento del barrio, se lleve a un vertedero controlado, y la zona se declare libre de amianto. Y se tiene que hacer, independientemente de lo que cueste. Recuerdan las medidas de seguridad extremas que se tomaron para sacarlo de Ibertubo, por lo que no puede estar ahí, al aire libre. Tendrán que ser los técnicos y la Fiscalía los que determinen quién pagará la operación y cómo se lleva a cabo. Porque no será lo mismo el amianto que está en la superficie, que el enterrado, que el de las parcelas labradas con tractores, que el que se halla en el cauce del arroyo.
Mientras tanto, la Asociación de Vecinos apunta el nerviosismo creciente en el barrio. Hay residentes del entorno de Vía Tarpeya que están planteándose su traslado «porque no quieren ni una sola espina microscópica ni en sus pulmones, ni en los de sus hijos», apuntaba García. Se ha creado una plataforma de afectados, que ha comenzado una recogida de firmas para que saquen el amianto del barrio. La anécdota la ha protagonizado la persona que, muy preocupada, ha propuesto a la Asociación que se organice una movilización para quitar el amianto similar a la del chapapote. Sin embargo, no es la única propuesta, apuntó Villén.