Herri Batasuna obtuvo 361 votos en la provincia en 1987

Á. DE LA PAZ
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La formación abertzale, ilegalizada en 2003, fue la decimocuarta candidatura con más apoyos en Toledo (0,13%); en el conjunto de España se convirtió en el quinto partido (1,87%)

Representantes de Herri Batasuna, entre ellos Txema Montero (con gafas), cabeza de lista en 1987. - Foto: Santiago Jiménez (efe)

España ingresó en las Comunidades Europeas, denominación que seis años más tarde se cambió por la actual de Unión Europea, en 1986. El miércoles 10 de junio de 1987 se celebraron en el nuevo estado miembro, hasta entonces representado en Estrasburgo por una delegación de diputados y senadores nacionales, las primeras elecciones al Parlamento Europeo. Aquellos comicios, mediada la legislatura europea que se había iniciado en 1984 y debía concluir en 1989, se solaparon con la celebración de las elecciones autonómicas y municipales. El PSOE, entonces al frente del Gobierno de la nación, se impuso con comodidad y obtuvo un 39% de los respaldos en el conjunto del país; Alianza Popular, germen del actual PP, recibió el 24,7% de los votos. En la provincia de Toledo, los socialistas fueron refrendados con casi el 47% de las papeletas emitidas, mientras que los populares cosecharon un 28% de los sufragios.

La primera cita de los españoles con la Eurocámara, sin embargo, quedó marcada por el extraordinario resultado obtenido por Herri Batasuna (HB). En el conjunto de España, la formación abertzale acumuló 360.952 apoyos, un 1,87% de todos los votos emitidos. Más allá de los respaldos cosechados en País Vasco y Navarra, los dos territorios predilectos para el partido, sorprendió su inesperada presencia en los recuentos de diferentes localidades de la geografía nacional.

HB concurrió de forma independiente a las elecciones europeas de 1987, aunque diferentes partidos y sindicatos minoritarios de diferentes regiones pidieron el voto para los abertzales. Dado que España se concibe como una circunscripción única en estos comicios (por ejemplo, en las elecciones generales la circunscripción es provincial), cualquier ciudadano podía escoger la papeleta de la agrupación independentista. Fueron unos 110.000 los electores no vascos ni navarros quienes apostaron por la coalición extremista.

En Cataluña, HB rozó los 40.000 votos; en la Comunidad de Madrid fueron unos 15.000 sus apoyos. En la Comunidad Valenciana rozaron los 12.000 sufragios, Andalucía aportó unos 10.000 y otros 7.000 más llegaron desde Galicia. En Castilla-La Mancha, los abertzales fueron escogidos por alrededor de 1.500 ciudadanos residentes en la región; sin embargo, fue la única comunidad autónoma donde no hubo ningún comité de apoyo en favor de tal candidatura. Además, «unos cuantos militantes del Movimiento Comunista empapelaron Albacete con los carteles de propaganda que se ven por toda España, carteles que encontraron repulsa generalizada entre la población de la capital manchega. A las pocas horas, la inmensa mayoría de ellos habían sido arrancados por los indignados albaceteños», rezaba una crónica publicada en ABC dos días antes de la votación.

La capital regional fue la localidad toledana donde más apoyos se llevó HB, con 57 votos. En Talavera, entonces la ciudad más poblada del espacio provincial, se contabilizaron 48 papeletas. En Esquivias, un municipio con un fuerte arraigo de la izquierda en aquellos años y poco más de tres mil vecinos censados, obtuvieron 20 sufragios. En Torrijos se contabilizaron 18 adhesiones; en Mora, nueve; en Corral de Almaguer, siete; en Bargas, cinco; o en Illescas, dos.

La coalición abertzale concurrió a aquellas elecciones con el eslogan «Vota HB, lo que más les duele», un lema con el que trataba de blanquear su cercanía con el terrorismo de ETA y reivindicarse como alternativa frente al descontento social y juvenil.

UNAS ELECCIONES PROPICIAS. Las elecciones europeas han disfrutado de una participación comparativamente menor que otros comicios de diferente nivel en España. En la provincia de Toledo, en torno a la mitad del censo suele acudir a los colegios cuando se trata del nivel comunitario, una cantidad inferior a la que concitan las generales, autonómicas y municipales. La sensación de lejanía del representado con la institución a renovar, y el mismo peso que la circunscripción única concede a todos los electores españoles, ha facilitado una actitud menos estratégica por parte del elector, quien ha podido expresar en estos eventos un voto de castigo o rechazo más evidente.

Cabe reseñar cómo dos años después de la elección de 1987, la agrupación electoral que lideraba el empresario José María Ruiz-Mateos obtuvo 7.359 votos en la provincia, un 3,22% de todos los depositados en las urnas toledanas aquel 15 de junio de 1989. El que fuera dueño del conglomerado Rumasa conquistó en el conjunto del país algo más de 600.000 papeletas, un 3,84% de los sufragios que se tradujo en dos europarlamentarios.

Los comicios de 2014, por su parte, alumbraron el nacimiento de Podemos.La formación liderada por Pablo Iglesias irrumpió con 1,2 millones de votos (casi el 8%), una importante cantidad que ninguna encuesta anterior fue capaz de predecir. En la provincia de Toledo, fueron 14.423 los vecinos que apostaron por la alternativa morada, un 6,42% de los que pasaron por las urnas aquel 25 de mayo.