«Las personas con discapacidad quieren potestad de elegir»

Á. DE LA PAZ
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«Las empresas tienen que dar un paso, hacer un esfuerzo y perder ese miedo a contratar: son personas diferentes que pueden hacer un trabajo igual que otras», señala Daniel Collado

«Las personas con discapacidad quieren potestad de elegir» - Foto: Yolanda Lancha

El consenso político cambió el artículo 49 de la Constitución y ahora alude a las «personas con discapacidad». ¿Qué supone?
Ha sido una reclamación del sector. El término «disminuido» era una palabra que no se correspondía con los avances tanto de las distintas organizaciones como de la propia evolución de las personas con discapacidad. Además, dinámica de la sociedad ya hacía que determinadas palabras que hace 60 años, cuando comenzamos, eran usuales o normales hayan derivado hacia términos más peyorativos. No entendíamos como algo tan evidente y sensato había costado tanto tiempo.

¿A cuántas personas con discapacidad intelectual asiste Plena Inclusión Castilla-La Mancha?
Atendemos en torno a 8.500 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo en la comunidad autónoma. Hay 60 organizaciones dentro de Plena Inclusión Castilla-La Mancha que cuentan con más de 240 centros de trabajo abiertos en toda la región. Actualmente, tenemos unos 2.700 trabajadores y, más o menos, un millar de voluntarios.

¿Cuáles es su volumen de empleo?
En el conjunto de España, la tasa de actividad de las personas con discapacidad intelectual es 41,6 puntos inferior a la de la población sin discapacidad. La tasa de empleo, por su parte, es 44,8 puntos más baja. Eso supone un agravio comparativo con respecto a las personas que no tienen discapacidad. La tasa de actividad es de 36% y la tasa de empleo registra un 23,8% entre las personas con discapacidad.

«Las personas con discapacidad quieren potestad de elegir»«Las personas con discapacidad quieren potestad de elegir» - Foto: Yolanda Lancha

Se alude al fin de tener una vida autónoma, ¿en qué consiste esa capacidad, hasta dónde alcanza?
Para la persona con discapacidad, tener una vida autónoma supone poder ser, de alguna manera, quien dirige su propia vida, tener la capacidad para decidir y establecer cuáles son los retos y objetivos que todos nos marcamos. Las personas sin discapacidad lo podemos hacer en nuestro día a día; de hecho, no nos lo cuestionamos ni planteamos. Pero en el caso de las personas con discapacidad esa autonomía está muchas veces muy limitada porque se entiende que cuentan con una menor capacidad para poder establecer esos objetivos vitales. Esto no debe ser así: también en esta cuestión hemos evolucionado. Cada persona tenemos nuestras limitaciones; las personas sin discapacidad también las tenemos de otro tipo. Lo que no queremos, en ningún caso, es que esas limitaciones sirvan para establecer o para marcar qué es lo que las personas con discapacidad tienen que hacer con su vida.

Es verdad que para poder establecer esa autonomía, muchas veces necesitamos de una serie de apoyos que refuerzan y permiten tener la autonomía plena. A eso nos dedicamos en las organizaciones que atendemos a las personas con discapacidad. Esos apoyos también pueden venir desde las familias, del entorno en que se desenvuelven.

¿Llegan a ser capaces de formar su propia familia?
Las personas pueden formar sus familias en función del grado de autonomía y de los deseos que tengan. Lo que tratamos de favorecer es que aquellas personas que así lo quieran puedan tener esa vida plena con esa parte fundamental de la vida que es el disponer de un entorno y de una familia. Las barreras son elevadas; pero también encontramos casos de personas que han decidido convivir con otras personas e incluso de mujeres y hombres que han decidido ser padres teniendo una discapacidad. No es algo muy extendido en comparación con las personas que no tienen esa discapacidad, pero sí que hay ejemplos de gente que lo ha conseguido, como relata Víctor Manuel en una canción estupenda [Solo pienso en ti].

Parece más sencilla la inclusión laboral en las administraciones públicas que en las empresas privadas.
Hay muchos casos anónimos de gente que trabaja de una manera muy eficaz, mejor incluso que las personas sin discapacidad intelectual. Hemos conseguido varios objetivos, como que la reserva de plazas del 2% que se contempló en la ley de 2011 sea una realidad para las administraciones públicas. Esto, que ha costado ponerlo en marcha en algunos casos, se está normalizando y les hace muy visibles. También hay muchas personas que pueden trabajar en empresas privadas y que, de un modo más anónimo, lo hacen. Queda un camino largo por recorrer porque las tasas de empleo y actividad son aún muy inferiores y eso indica que hay una brecha.

Pero hay un gran volumen de personas que trabajan, muchas de ellas en centros especiales de empleo que pertenecen, en algunos casos, a organizaciones de la discapacidad intelectual. Hay una proporción importante de trabajadores en este ámbito laboral. Apostamos por la inclusión y para eso las empresas tienen que dar un paso, hacer un esfuerzo y perder ese miedo a contratar a personas con discapacidad: son personas diferentes que pueden hacer un trabajo igual que otras.

¿Cuáles suelen ser las principales demandas de las familias?
En Plena Inclusión tenemos tres servicios de apoyo a las familias en la región, además de los recursos de las distintas entidades. En función de la edad que tenga la persona con discapacidad la preocupación es diferente. Cuando son de corta edad, bebés o niños, les inquieta ver cómo su hijo va a poder desenvolverse y cómo los propios progenitores van a poder hacer su vida con un miembro nuevo que tiene discapacidad.

Más tarde, la preocupación se centra en educación porque en algunos entornos educativos todavía existen serias dificultades para que un niño con discapacidad pueda ir avanzando y titular. Sin titulación, habrá muy pocas expectativas de tener después un trabajo que se adapte a las necesidades y la situación de cada cual.

No tener un empleo limita la vida en la edad adulta. Poder tener una vivienda, vivir en pareja o formar, en el caso de que así se desee, una familia son partes de la vida tan necesarias para cualquiera de nosotros como tener un ocio o una vida completa que nos permita estar satisfecho como ciudadano.

También hay un apartado muy especial de preocupación  que es el envejecimiento de la familias. Para los padres y madres que tienen algún hijo con discapacidad una cuestión importante es saber cómo va a estar su hijo cuando ellos ya no estén. Para eso también hay una respuesta: los apoyos que cada vez ofrecen las distintas organizaciones son muy amplios y van a garantizar que estas personas también accedan a esas ayudas, aunque a veces la familia no esté. También por eso es importantísimo que la persona tenga una autonomía y se pueda manejar por sí misma.

¿Qué piden las personas con discapacidad? Las asociaciones suelen decir que el siguiente paso de la inclusión es hacerlas protagonistas de su propia historia.
Ellos también pueden decidir y elegir. Quien tiene esa potestad, tiene una parte muy importante de su vida cubierta y va a poder ser quien designe sus destinos. Creo que la mayor preocupación de las personas con discapacidad es esa: a lo largo de la historia han sido otros los que han decidido por ellos. Algo que ahora tenemos muy asumido, también las familias, las organizaciones y los profesionales, es que a la persona hay que ponerla en el centro de todas aquellas atenciones y servicios que prestamos y que, por tanto, son ellos quienes tienen que decidir.

¿Cuáles son los mayores logros de Plena Inclusión en sus 60 años de actividad?
Podríamos destacar dos grandes congresos que se han celebrado en la ciudad de Toledo, en 1996 y 2010. Toledo ha tenido mucho que ver y que decir en los designios de Plena Inclusión. El Congreso Toledo 10, de ámbito nacional, reunió a 7.500 personas y fue un revulsivo para poner a la persona en el centro.

Los mayores logros se consiguieron en 2011, cuando se aprobó la reserva de plazas del 2% para personas con discapacidad intelectual dentro del empleo público, o en 2018, con la modificación de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General por la que se permitía a las personas tener ese derecho al sufragio activo; hasta entonces, no se les permitía votar pero sí tenían el derecho de sufragio pasivo, ser votados. En 2020 se prohibió la esterilización forzosa para las mujeres y hombres con discapacidad intelectual: era una práctica que se hacía en algunos casos y que servía, en teoría, para proteger a la mujer, pero era algo que no nos podíamos permitir. En el último año, se ha eliminado el término «disminuido» de la Constitución y se ha cambiado por «persona con discapacidad intelectual», una expresión que los grupos de autogestores decidieron en 2001. Estas personas han decidido para sí mismas su denominación.

¿Cómo pueden los ciudadanos colaborar con Plena Inclusión? ¿De qué forma pueden respaldar su trabajo?
La colaboración ciudadana es vital para nosotros. Una forma sencilla de ayudar es marcando la casilla 106 en la declaración de la renta, sin coste adicional. Esto destina un 0,7% de los impuestos a proyectos sociales, incluyendo iniciativas para personas con discapacidad. Además, pueden participar en actividades de sensibilización y voluntariado, respaldar nuestras campañas y difundir nuestro mensaje de inclusión. Cada gesto fortalece nuestra labor por una sociedad más justa e inclusiva.

¿Qué retos se otean en el corto plazo? ¿Y en una perspectiva temporal más amplia?
En este año de celebración ponemos el foco en el tema del empleo. Es vital para cualquier persona y también tiene que serlo para las personas con discapacidad intelectual. Es una manera de ganarse la vida, de ocupar el tiempo, poder mejorar como personas y tener un espacio en la sociedad. No queremos que la sociedad vea a las personas con discapacidad como dependientes o una carga, sino como individuos que tienen mucho que aportar tanto al conjunto de la sociedad como a todas las personas con las que están en contacto, con las que interrelacionan y se desenvuelven.

Tenemos que reflexionar sobre las dificultades que pueden presentar: cuando no las tenemos es muy difícil verlas, pero cuando nos llaman la atención y nos dicen «oigan, a lo mejor este entorno es muy difícil para esta persona o este texto es muy complicado» es cuando reparamos en que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades. Recientemente hemos celebrado el Día del Libro y demandamos espacios que recojan esas publicaciones; también pedimos a las editoriales hacer ese esfuerzo.

Es muy relevante lo que tiene que ver con la tecnología. Nos toca entender que para las personas que tienen una menor capacidad de comprensión las barreras son mayores y en una sociedad altamente digitalizada el uso de los dispositivos se tiene que poner fácil.

¿Qué le reclaman hoy a las administraciones, tanto a la autonómica como a las municipales?
Tenemos que disponer de una financiación justa y adecuada para mantener nuestra labor. Actualmente, enfrentamos una coyuntura que se acentúa para los más vulnerables. El aumento de los costes laborales y la inflación han dejado en una situación complicada a algunas organizaciones. Necesitamos avanzar hacia modelos de financiación justos y estables a lo largo del tiempo. En esta legislatura, se nos plantea un reto muy importante: tener una financiación a través de un concierto social que cumpla estos requisitos.
También demandamos a la administración que la figura del asistente social se extienda. Son apoyos en cuestiones tan elementales y fundamentales que, si nos los tuvieran, alejarían esa vida plena y en autonomía. Además, nos parece importante lo que tiene que ver con la compatibilidad de las distintas prestaciones que a veces reciben las personas con discapacidad. Hay que tener en cuenta que para acceder a algunos empleos se tiene que elegir entre unas y otras.

En el ámbito local, hemos comprobado que la reserva de empleo del 2% ha sido, a veces, imposible de llevar a cabo. Pedimos que los procesos de selección de personal adapten. la convocatoria, el examen y los formularios de las solicitudes. La legislación permite que esos procesos sean diferenciados y puedan tener esas especificidades contempladas. Invitamos a los municipios y diputaciones a que la reserva de plazas sea una realidad. Creemos que se puede avanzar en la adaptación de los espacios público. Del mismo modo, y ahora que nos acercamos al periodo estival, nos gustaría que los campamentos de verano tengan en cuenta las situaciones que viven los niños con discapacidad, que no se les ponga límite y puedan participar con otros niños diferentes.

¿De qué manera concibe la sociedad a la discapacidad? ¿Cómo se veía entonces y se percibe ahora?
Hace 60 años, algunos concebían el hecho de tener una discapacidad como un castigo divino. Las personas, en muchos casos, permanecían ocultas porque no se quería mostrar esa realidad. Afortunadamente, esta realidad ha cambiado: hemos tenido una evolución, aunque una parte de la sociedad sigue viendo a las personas con discapacidad con un cierto reparo y no saben cómo actuar delante de ellos. Hay avances, pero queda desconocimiento.

Gracias a los medios de comunicación y a la participación de estas personas en los distintos ámbitos se ha producido un impulso importante. En cualquier caso, no nos podemos demorar porque perviven recelos. Está claro que la mejor fórmula para poder interactuar con una persona con discapacidad intelectual es quitarle esa etiqueta. Además, nos lo van a agradecer.

Muchas veces se aluden a criterios económicos como la clave de la inclusión. Pero, ¿cuál es la situación social y afectiva del colectivo?
Las propias personas con discapacidad intelectual nos han dicho en algunas encuestas que no tienen amigos, que tienen problemas para tener ese entorno que para nosotros es fundamental y que supone el poder llamar a alguien, salir en un momento determinado o contarle un problema a una persona en la que confiamos. Pero para ellos es muy difícil y eso es algo que nos tiene que hacer reflexionar. En este apartado, la sociedad no se ha abierto lo suficiente como para poder interactuar.

Trabajamos desde hace años en temas de afectividad y sexualidad para normalizar aquello que debe ser normal. No nos cuestionamos la sexualidad de estas personas, aunque en su caso se han puesto muchos reparos durante demasiado tiempo, también por los miedos de las propias familias que trataban de sobreprotegerlos. Las necesidades comunes a toda la población también lo son de este colectivo. Las personas con discapacidad reciben información para poder elegir libremente y saber en qué consiste la sexualidad y la libertad, también cuáles son los límites que lnos planteamos en este apartado tan importante de la afectividad.