El testigo que miró a los ojos de Teodora

J.Moreno
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«Le vi la cara. Estaba quieta y con los ojos demasiado abiertos», sospechó un agricultor al cruzarse con José y Teodora. Otro les preguntó por cortesía: «El copiloto ni se movió»

El testigo que miró a los ojos de Teodora

José y Carlos son agricultores y se conocen al dedillo los alrededores de Almonacid de Toledo. También los coches que circulan por esos caminos separados de la población. Ambos repararon en un turismo marca Volvo que merodeaba la zona ese 4 de abril de 2022. Pero las sospechas se quedaron muy lejos de la realidad. «Le vi la cara. Tenía los ojos demasiado abiertos y estaba mirando el retrovisor interior. Estaba quieta», explicó Carlos. Posiblemente, Teodora estaba ya muerta. La Fiscalía sostiene que la estranguló y la violó. Seguidamente, condujo el vehículo con el cadáver hasta un paraje para simular un accidente.

Los dos testigos, que trabajaban el campo por separado, vieron el turismo en dos ocasiones cada uno y en caminos diferentes. José se cruzó con los dos ocupantes y preguntó por cortesía si necesitaban algo. «El copiloto ni se movió. Me pareció raro», señaló. La persona estaba apoyada sobre la ventanilla y con una gorra puesta. Al conductor no lo vio por la altura del tractor.

No obstante, compartió en un primer momento con Carlos la extrañeza por la escena. «Ese coche no era de por aquí», comentó sobre un camino por el que apenas pasan 15 o 20 vehículos al día.

Carlos, por su parte, concedió que la actitud del conductor le pareció esquiva, como si quisiera evitar el contacto visual. Y más le extrañó el rictus y la posición del copiloto. «Me pareció poco normal», indicó.

Por eso, uno de ellos se puso enseguida en contacto con la Guardia Civil cuando los medios de comunicación difundieron la aparición del cadáver.

«Nos vemos esta tarde». Entre los 15 testigos de la sesión matutina, desfiló la limpiadora de la farmacia de Mascaraque, una de las últimas personas que vio con vida a Teodora, quien iría caminando desde su lugar de trabajo, el restaurante San Luis, junto a la Autovía de los Viñedos, hasta su población de residencia, a unos cuatro kilómetros de distancia.

«A lo mejor me acerco esta tarde a verte», le dijo a esta conocida del pueblo la mujer originaria de Perú, quien conversaba a su vez por teléfono.

La conversación entre las dos conocidas duró menos de un minuto. Eran poco más de las nueve de la mañana, la hora de entrada al trabajo de esta testigo. Dos horas después, José del Carmen avisaba a Ambulancias Finisterre y al servicio de emergencias 112 Castilla-La Mancha del atropello accidental.