Esther Durán

Serendipias

Esther Durán


Móviles apagados

03/05/2024

Ayer, 2 de mayo, se celebraba el Día Internacional contra el Acoso Escolar, una fecha que fue escogida en 2013 por la UNESCO, es decir, hace poco más de once años que se puso el foco sobre un asunto que tiene exactamente la misma antigüedad que la existencia del ser humano. En ese momento sería complicado prever el derrotero que iba a tomar un asunto ya de por sí extremadamente complicado, como todo lo relacionado con menores, y las aristas que emergerían para enmarañarlo y acrecentarlo gracias a la explosión del mundo digital y el prematuro acceso de los más pequeños a las tecnologías. ¿Pasan cerca de colegios o institutos a mediodía? Los gritos, carreras, corrillos y risas cada vez ceden más espacio a los móviles con la consecuente mirada gacha a las pantallas. Qué imagen tan representativa, bajar la cabeza ante una nueva deidad. Saben que en el centro no pueden usarlo, pero les es imposible evitar mirarlos cuando el timbre les da la libertad condicional, hasta la jornada siguiente. Y ahí empieza otro mundo, más complicado, si cabe, de lo que es ya la adolescencia. Entiendo que autoconvencerse es sencillo: así puede llamarme si necesita algo, pero estoy pendiente. Y una vez tienes la llave, abrir la puerta es lo siguiente. Imposible controlarlo al cien por cien. ¿De verdad, existe tal necesidad de entregar el acceso a absolutamente todo, tanto lo mejor como lo peor, a una personita aun inmadura y más vulnerable de 12 o 13 años? La imagen que define tabarra es la de un descendiente suplicando a su progenitor lo que sea, desde lo más nimio hasta lo más desmesurado, véase un móvil. No me quiero imaginar… pero ¿quién dijo que fuera fácil? Pocos, muy pocos conozco que hayan resistido al encantamiento y no hayan tirado por la calle de en medio con el escudo autoprotector de críticas de «era el único que no» o «así sé dónde está». Y viendo lo que veo cada día, oyendo lo que oigo cada día y con dos pequeños que, no me queda otra, tengo que permitirlos vivir en esta sociedad, concentro mis energías en que la cruzada contra el uso de móviles en menores de 16 años y la evidencia científica que ya aflora gracias a otros países como Noruega nos traiga la definitiva prohibición.