Editorial

El intento de magnicidio en Eslovaquia y el auge de los extremismos

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El primer ministro eslovaco, Robert Fico, está fuera de peligro, después de ser operado urgentemente del impacto del os disparos recibidos por un escritor de ideología contraria mientras saludaba a unos ciudadanos en la calle. Su vida ya no corre peligro, con lo que el magnicidio se quedó en intento. Su estado es aún «muy grave», aunque los médicos esperan una evolución favorable en los próximos días.

El autor del intento de magnicidio es  Juraj Cintula, un poeta de 71 años, ya jubilado como guardia de seguridad en un centro comercial, por lo que poseía el permiso legal para llevar armas de fuego. En concreto, realizó los disparos con una pistola y miembros de la escolta del primer ministro, junto con la Policía, le detuvieron de forma inmediata. El autor de los disparos contra Robert Fico reflejaba en sus obras un marcado carácter racista y xenófobo, sobre todo, contra las personas de etnia gitana. Además, en su blog personal y en sus perfiles de redes sociales no dudaba en mostrar su repulsa a la ideología y las políticas puestas en marcha por el primer ministro eslovaco. en sus primeras declaraciones en la Comisaría, Cintula aseguró ser un opositor al Gobierno actual del país y declaró que los medios de comunicación están siendo liquidados en la actualidad.

La reacción de la presidenta eslovaca, Zuzana Caputova, solicitó una reunión urgente de los dirigentes de los distintos partidos políticos eslovacos con representación en el Parlamento para intentar apaciguar la tensión política que se vive en el país europeo. Ahí puede residir una de las cuestiones claves de este intento de magnicidio y toda Europa corre el riesgo de que se propague rápidamente el fenómeno por todo el continente.

El apogeo de los extremismos en los países occidentales provoca que la sociedad convulsione y las posturas radicalizadas calen en la población, en una u otra dirección. Son vasos comunicantes; si en un país aumenta la ultra izquierda, será respondida con el auge de la extrema derecha -véase en España el surgimiento de Podemos y la respuesta con la creación de Vox, por ejemplo-. Es hora de que los líderes de los partidos políticos se sienten y llamen a sus seguidores a la mesura. Y hay que empezar por pacificar el Parlamento. Las sesiones plenarias de las cámaras -Congreso de los Diputados y Senado- se han convertido en el peor paradigma de una corrala castiza, donde el debate de las ideas queda relegado a un segundo plano en favor del griterío, la mala educación y la sinrazón de diputados y senadores. No consiguen ningún avance para los ciudadanos, simplemente bajan al barro para enfangar la vida pública y política del país, pero luego los culpables son los medios de comunicación. Y así va. El atentado contra Robert Fico puede ser el principio de una época muy convulsa.